Los voluntarios plantan 1000 árboles.

¡Gran éxito de Aitakaio!

 

Las condiciones meteorológicas no eran muy alentadoras, había llovido toda la noche sobre los 60 litros del día anterior y la temperatura era heladora, todo presagiaba que no íbamos a poder conseguir el gran reto que nos habíamos propuesto.

 

Plantar un millar de árboles.

( 400 quejigos, 400 carrascas, 100 pacharanes, 25 cornejos, 25 almendros, 25 nogales y otros 25 aligustres).

 

Sin embargo todo estaba preparado y según el plan previsto los voluntarios comenzaron a juntarse en la Fuente de Los Caños. Algunos se animaron a realizar el paseo a pie de cinco kilómetros y otros decidimos acudir a la zona de plantación en vehículos para empezar cuanto antes.

Comenzamos el trabajo con bastantes reservas al no saber calcular cuántos árboles podríamos plantar, pero al poco rato un tímido sol empezó a brillar entre las nubes.

Poco a poco el camino fue llenándose de los vehículos de los voluntarios.

Los niños y algunos padres se juntan con los monitores en el camino. Esos tres arbolitos, de los cuales uno ya se ha secado es todo lo que queda del bosque original.

Afortunadamente había azadillas y guantes para todos. También había chalecos pero estos casi no llegaron a utilizarse.

 

La sorpresa llegó después de subir y bajar varias veces la ladera del monte con plantones, estacas o tutores.  ¡Hacía calor! O por lo menos lo sentíamos. Nos estábamos ganando el almuerzo que comenzaba a asarse en la parrilla.

El descanso fue muy bien recibido. Vino de la tierra (en vaso de plástico lavable de la Mancomunidad) chulas y txistorra. Todo buenísimo. Buen ambiente y gente de todas las edades.

Más personas fueron llegando a la hora del almuerzo y junto al merendero solo quedaban 250 árboles para plantar.

El siguiente arreón fue enseguida,  los voluntarios tenía ganas de continuar la tarea y parece que ya le habían cogido el tranquillo.

Uno estuvo atornillando los tutores a la estacas, otros subían material, otros aclarábamos pinos, otros plantaban, a unos les faltaban estacas, a otros plantas y a otros tutores pero en poco rato llegaban los suministros para no parar.

El caos inicial se fue transformando en orden y como por arte de magia la maquinaria echo a rodar. A eso de la una comenzó a llover y alguno con niños nos bajamos enseguida a los coches. Pero el grueso de la expedición estaba decidido a terminar se pusieron los impermeables y sacaron los paraguas, las azadillas se llenaron de barro. Pero terminamos el trabajo. No era tan complicado porque unas 85 personas, entre grandes y pequeños, nos volcamos en la labor.

Que gran trabajo y que satisfacción.

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MUCHAS GRACIAS


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